La Creación de la Gran Vía – Transformación Urbana e Impulso hacia la Modernidad
La creación de la Gran Vía – Un avance definitivo para la consolidación de Madrid como una capital moderna, cosmopolita, abierta y preparada para el glamour de principios del siglo XX.
En el primer tercio del siglo XX se llevó a cabo la primera actuación para transformar el casco urbano madrileño, con el proyecto de la apertura de una gran avenida: el de la creación de la Gran Vía. Este pasillo conectaría Salamanca y Argüelles y supondría un saneamiento social y urbanístico de la zona.
Ya en el año 1862 la corporación municipal abordó la posibilidad de construir una gran avenida que atravesara el casco antiguo, pero el proyecto no triunfó. Sería en 1886, durante la Restauración, cuando el proyecto de Carlos María de Velasco prosperaría, convirtiéndose en el antecedente de la futura gran avenida.
El plan definitivo se aprobó en 1904, teniendo como puntos de partida y llegada la calle Alcalá y la Plaza de España (entonces Plaza de San Marcial), y dividiéndose en tres tramos diferenciados correspondientes a la calle Alcalá-Red de San Luis, Red de San Luis-Callao y Callao-Plaza de España. Con López Sallaberry y Andrés Octavio liderando el proyecto y, debido a la magnitud de los trabajos de derribo y construcción, este fue dividido en tres fases correspondientes a los tres tramos de la avenida antes mencionados, en ese orden, entre 1910 y 1931.
En el trazado de creación de la Gran Vía se fueron construyendo edificios de estilos diversos, representando las diferentes tendencias arquitectónicas del siglo XX. El primer tramo, entonces la Avenida del Conde de Peñalver, se caracterizó por su uso comercial y sus edificios resultarían una mezcla ecléctica entre el academicismo y el regionalismo, teniendo como ejemplos más representativos la Gran Peña, el Círculo Mercantil y el Casino del Ejército y la Armada. Como ejemplo de influencia del estilo barroco, la Casa del Cura de la Iglesia de San José. Y también cabe mencionar uno de corriente afrancesada que, aunque oficialmente pertenece a la calle Alcalá, es uno de los símbolos de esta parte de la Gran Vía: el edificio Metrópolis.
El segundo tramo, la Avenida de Pi y Margall, enseguida se convirtió en un conjunto importante de espectáculos y de ocio, con una clara influencia de los rascacielos americanos. Uno de los edificios emblemáticos de esta parte fue el Madrid-Paris, el más alto de la ciudad hasta la inauguración del edificio Telefónica unos años después y que albergó originalmente unos grandes almacenes. Además de la sede de la Telefónica Nacional de España ya mencionada (edificio más alto de la Gran Vía, de 82 metros) otros edificios singulares de esta parte serían el Palacio de la Música y una serie de hoteles como el Florida, Atlántico, Alfonso XIII o Gran Vía, construidos a semejanza de los que se estaban construyendo en las principales capitales del mundo.
El tercer tramo para la cración de la Gran Vía, la Avenida de Eduardo Dato, siguió el estilo del segundo con cantidad de locales de espectáculos, pero este sería sin duda el más animado de los tres. Uno de los edificios más llamativos fue el icónico Carrión (o Capitol), de estilo expresionista y art déco, hoy en día en la plaza de Callao con su inconfundible cartel luminoso de Schweppes en la fachada. También fueron significativos el Palacio de la Prensa, primer edificio de ladrillo visto en la avenida; el Cine Callao y los cines Rialto y Actualidades.
Y no solo variedad de estilos, también variedad de nombres en la historia de la Avenida: de la CNT, de Rusia, de la Unión Soviética o de México en los años 30; durante la Guerra Civil se la llegó a conocer como la “Avenida de los Obuses” o “del Quince y Medio” (por el calibre de los proyectiles que lanzaban sobre ella); con la dictadura pasó a llamarse Avenida de José Antonio (Primo de Rivera), y no sería hasta la democracia, con Tierno Galván como alcalde, cuando pasó a llamarse de forma definitiva Gran Vía.
Lo que está claro es que gracias a la apertura de esta avenida siguiendo el ejemplo de otras metrópolis modernas, se creó en el centro de nuestra ciudad un lugar cosmopolita con edificios comerciales, administrativos y de espectáculos de diversos estilos que hoy conforman uno de los símbolos de la ciudad, referente del mundo del espectáculo de nuestro país y un reflejo del animado modo de vida madrileño, ¡una avenida que nunca duerme!
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