El Viaducto de Segovia – Unas preciosas vistas y muchas anécdotas
El viaducto de Segovia es una espectacular obra de hormigón que une la zona de Las Vistillas con la del Palacio Real.
Parece que esta idea debe tener ciertos posos republicanos, pues el primer proyecto serio que se conoce para unir estas dos zonas es de la época napoleónica, bajo el reinado de José I Bonaparte. En aquella época se pretendió modernizar el urbanismo de Madrid, pero el proyecto para el viaducto de Segovia no se llevaría a cabo hasta mucho más tarde.
El primer viaducto de hierro se inauguró en 1874, durante la Primera República. En 1930 se derribó este puente de hierro y se construyó el que ahora vemos en 1934, por el que además pasaban tranvías.
El viaducto actual se construyó en los años 30 durante el periodo de la Segunda República, siendo la única construcción civil que queda en pie de esa época. Milagrosamente, el viaducto sufrió pocos daños durante la guerra y en lugar de derribarlo y construir uno nuevo, se decidió mantener esta construcción. Tras tres años de guerra, es de imaginar que aquí había de todo menos comida y dinero para fondos públicos.
Dice la historia popular que la persona que inauguró el primer viaducto de Segovia (1874) fue Pedro Calderón de la Barca, cuyo cuerpo atravesó el viaducto sin terminar complemente en una comitiva de cinco carruajes. Se estaba trasladando su cuerpo desde San Francisco el Mayor hasta la iglesia de San Nicolás. Si queréis ver el trayecto en Google Maps, la verdad es que hicieron bien en pedir permiso para usarlo antes de su inauguración oficial. Por cierto, los restos de Calderón de la Barca se han trasladado hasta en seis ocasiones, y actualmente no sabe dónde están exactamente. Durante la Guerra Civil, varios milicianos incendiaron la iglesia que albergaba sus restos, y el párroco los escondió en uno de los muros. O eso se cree ya que nunca se han encontrado.
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El viaducto también tiene la mala fama de ser conocido como el puente de los suicidas. Desde 1998, tiene mamparas de metacrilato para evitar que la gente salte, ya que en la década de los 90, era habitual tener dos o tres suicidios al mes. Igual fama tuvo el primer viaducto de 1874, que tuvo su primer suicidio a la semana y inaugurarse, y el segundo a los ocho días del primero. También hubo un especialista que se mató durante el rodaje de la película Canícula de 2002. Al realizar un salto, hubo un problema con la longitud de la cuerda y la altura real del viaducto. También se dice lo siguiente sobre Baldomera Larra, hija del escritor y periodista Mariano José de Larra. Fue pionera en los negocios de estafas piramidales y respondía a sus inocentes clientes que como garantía de su negocio ante un caso de quiebra había que “tirarse del viaducto”.
Para terminar, decir que hoy en día el viaducto se atraviesa por la calle de Segovia por debajo para llegar a la Puerta del Ángel, Madrid Río, y la autovía del suroeste o de Extremadura. También justo atravesándolo desde el Palacio Real llegamos a la zona de la morería antigua, y muy cerquita del propio viaducto está la propia calle Beatriz Galindo, nombre real de la mujer llamada La Latina, así como la histórica Fuente de los Caños Viejos, que tiene el escudo de piedra más antiguo de la ciudad.
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