Richard Serra y la escultura que desapareció del Reina Sofía
La rocambolesca historia por la que una escultura de Richard Serra de 38 toneladas acabó desapareciendo de la colección del Museo Reina Sofía sin que nadie se diera cuenta.
En muchas de nuestras publicaciones hablamos de eventos y anécdotas de hace siglos. En muchas ocasiones estos hechos se convierten en curiosidades que evolucionan en forma de leyenda para quedarse en la sociedad como saber popular. Y la historia no se detiene, se acumula. Y como se sigue construyendo hoy os traemos una desaparición del siglo XXI que, no nos cabe duda, se convertirá en leyenda para los futuros madrileños, o más concretamente, los visitantes del museo Reina Sofía gracias a una escultura de Richard Serra.
A principios de 2006, el Museo Reina Sofía remitió una nota informando de la desaparición de una escultura de Richard Serra de nombre Equal Parallel/Guernica-Bengasi. Lo insólito es que la escultura en cuestión consiste en cuatro bloques macizos de acero corten, de una altura de 148,5 centímetros y que pesan en total nada más y nada menos que 38 toneladas. El centro de arte los había adquirido para su inauguración en 1986 por 450.000 marcos (36 millones de pesetas con el valor de mercado de aquella época).
La idea de su autor, Richard Serra (San Francisco, 1938), estadounidense con orígenes mallorquines, era jugar con los paralelismos temporales entre el bombardeo de Guernica en abril de 1937, y el de la aviación estadounidense en la ciudad libia de Bengasi en 1986, acontecimiento sucedido en el momento de elaborar la obra.
Richard Serra es uno de los artistas más reconocidos mundialmente a la hora de experimentar con grandes volúmenes, proponer arte que interactúe en distintos espacios, monumentalidad, masa, y crear figuras sinuosas y extravagantes en acero corten, muy en la línea de Oteiza o Chillida. Si alguno conoce el Museo Guggenheim de Bilbao, seguro que recuerda sus laberintos de acero en grandes planchas. No se utilizan figuras humanas, sino formas geométricas abstractas, en movimiento, con espacios y vacíos buscando así transmitir sensaciones. Al entrar hay gente que experimenta angustia o cierta inquietud.
Tras la exposición inaugural y en contra de la opinión de la directora artística, el Reina Sofía decidió adquirir la obra para…que a los meses terminase en los almacenes de la empresa Macarrón, que alquilaba naves en un polígono industrial de Arganda del Rey. La empresa empezó a contraer deudas con Hacienda y la Seguridad Social precisamente ¡por no recibir los pagos que por ejemplo le debía el Reina Sofía! Cuando la empresa quebró y dejó de existir, nadie en el museo preguntó por la escultura. La Seguridad Social embargó la nave y al tiempo edificó allí mismo su Archivo General. Para entonces la obra ya no estaba allí. Recordemos: 4 bloques de acero corten de 38 toneladas. Y en octubre de 2005 alguien se dio cuenta. El empresario dijo que ya les había avisado de que iba a la quiebra y tenían que encargase de la escultura para que no quedase abandonada.
Se han barajado todas las posibilidades. ¿Fundirla y obtener ganancias por la materia prima? No compensa para nada ni da beneficios. ¿Qué la tenga un amante del arte caprichoso? Nada se sabe, ni de cómo ni con qué maquinaría se trasladaría todo ese peso y volumen. ¿Que se enterrase en la zona debajo del actual edificio? Nada se ha encontrado. ¿Incluso que el autor haya tenido algo que ver? Lo que sí sabemos es que Serra llegó a un acuerdo con el Reina Sofía para replicar la obra, que se puede ver en la sala 102 del museo. Y que sinceramente tiene carácter también de original.
Todos estos eventos que aquí intentamos resumir invitan a pensar sobre el arte abstracto, la autenticidad, el esperpento, la burocracia y sobre qué es el arte en sí mismo. ¿Esos cuatro bloques que son arte porque están en un museo o toda esta historia rocambolesca que dentro de un par de siglos bien podría considerarse una leyenda? Para más curiosidades como esta, no dudéis en uniros a uno de nuestros free tour Madrid .