La Arquitectura del Hierro de Madrid
Durante el siglo XIX se llevaron a cabo algunas de las renovaciones urbanas más importantes de la historia de Madrid. Además, la arquitectura del hierro en Madrid y otros nuevos materiales consolidaron la transición de la ciudad tradicional a la industrial.
La destrucción que supuso para Madrid la Guerra de la Independencia (1808-1814) y las grandes desamortizaciones que llevaron al derrumbe de iglesias y conventos (y al aprovechamiento de esos terrenos para construir todo tipo de edificios, plazas, calles y jardines); la creación de la Escuela Especial de Arquitectura, de las ordenanzas municipales y el Código civil y, por otro lado, el derribo de la cerca de Felipe IV (1868) que delimitaba la villa junto con los planes de ensanche de la ciudad, llevarían a toda una transformación de la capital en el sigo XIX, dando todo ello nacimiento a la arquitectura del hierro en Madrid.
Y a todos estos acontecimientos hemos de sumar otro que trajo consigo un cambio drástico en la forma de construir: la Revolución Industrial. A pesar del fracaso de esta revolución en España y de las carencias industriales de Madrid con respecto a las principales ciudades europeas, inevitablemente este proceso de profundas transformaciones trajo nuevos materiales y nuevas técnicas constructivas también a nuestra ciudad.
Entre esos nuevos materiales y procedimientos, la arquitectura del hierro sería una de las grandes protagonistas del estilo industrial. Sus ventajas eran numerosas: era resistente, incombustible, rápido de montar y reducía los puntos de apoyo, por lo que era económico en tiempo, coste y espacio. Sin embargo, esta nueva arquitectura del hierro no convencía a los arquitectos más clásicos, que consideraban esas estructuras un amasijo de hierros falto de belleza. Por este motivo las primeras construcciones de hierro fueron obras de ingenieros, no de arquitectos, y fueron trabajos esencialmente prácticos como puentes, estaciones de ferrocarril, mercados… u otras “efímeras”, para ser utilizadas un cierto tiempo y luego desmontadas, como pabellones para exposiciones nacionales e internacionales.
En la arquitectura del hierro en Madrid cabe destacar el primer puente construido en este material en nuestro país: el puente del Parque del Capricho en Alameda de Osuna, construido en 1830, cuando este estilo constructivo todavía no se había extendido en España.
También formaron parte del paisaje de hierro madrileño los kioscos para la venta de refrescos, tabacos, periódicos, etc., o aquellos que sirvieron como simples retretes, jaulas para animales o bandas de música y que originalmente eran de madera, pero que también se industrializaron a partir del siglo XIX. Ejemplos que llegan a nuestros días son el Quiosco de música en la Plaza de Chamberí o el Templete del Retiro.
Y no debemos dejar de hablar de la arquitectura del hierro en Madrid sin asociarla al cristal, material muy útil en este tipo de edificación para crear cubiertas translúcidas y en el cerramiento de fachadas. Unido al cristal, el hierro se fue imponiendo en la villa a gran escala en edificios tales como estaciones de ferrocarril: la del Norte (Príncipe Pío), Delicias (Museo del Ferrocarril) o Atocha; mercados como el antiguo Mercado de la Cebada o el de San Miguel y pabellones de exposiciones como el Palacio de Velázquez para la Exposición de Minería de 1883, o el Palacio de Cristal para la Exposición de Filipinas de 1887. Aunque este último más que un palacio, sería un invernadero… ¡pero sobre la historia del Palacio de Cristal ya os hablaremos en otro post!
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