Las viviendas del Madrid histórico. ¿Cómo vivían nuestros antepasados?
En las viviendas del Madrid histórico convivía la pobreza más extrema con la riqueza absoluta.
Bien es sabido (y si no es así, no dudes en venir a conocer la historia de nuestra ciudad en el tour Madrid Histórico), que Madrid, hasta el siglo XVI era una pequeña villa, un pueblo de Castilla con una importancia relativa, pero todo esto cambió prácticamente de la noche a la mañana con la decisión que tomó allá por el año 1561 el rey Felipe II y por la cual… ¡Madrid se convertiría en sede de la Corte!
Así que sí, a partir de ese momento la historia de nuestra ciudad iba a cambiar para siempre. La Villa se convirtió en ciudad y comenzó a acoger a cada vez más y más población de todo tipo; desde miembros de la nobleza, de la corte, gente del servicio, profesionales, trabajadores… pero claro, con este gran cambio, surgió un nuevo problema ¿Dónde metemos a toda esta gente? Esta situación y este gran problema derivaron en una curiosa forma de vivir y compartir la ciudad por parte de sus habitantes que dieron lugar a las viviendas del Madrid histórico. Y es que no sólo desarrolló la picaresca del pueblo (con la aparición de las Casas a la Malicia), sino que además, los espacios se compartían, ya fueses persona adinerada o humilde. En Madrid, la miseria y la abundancia convivían en sus calles y edificios.
Empecemos por nuestros vecinos y vecinas más desfavorecidos, en peor situación y con menos medios. Nuestra gente no sólo vivía en las afueras. Se encontraban por toda la ciudad y solían vivir en dos tipos de casas, las casitas bajas o chabolas y las corralas.
Una de las características que nos encontramos del centro histórico de Madrid era el caótico trazado de sus calles y la escasez de servicios de las que disponían las viviendas del Madrid histórico, las cuales no tenían ni alcantarillado, ni agua corriente. ¿y quien sufría más que nadie esta situación?, los habitantes más desfavorecidos, por supuesto. En aquel Madrid de los siglos XVI, XVII y XVIII, las personas en situación más crítica solían habitar en casitas diseñadas originalmente para la venta de ganado. Estos hogares tenían la forma y construcción de una chabola. Estaban hechas de barro y con tejados de hojalata muy parecidas a las que aún en los años 60 encontrábamos en algunas zonas de la Capital.
Y por otro lado, existían las famosas corralas madrileñas. Edificios donde encontrábamos gran cantidad de viviendas de pequeño tamaño, situadas unas junto a otras con un pasillo común. En general tenían una letrina común por planta y una fuente en el centro del patio, como punto de acceso de agua para todos los habitantes de la corrala. Lo común en las viviendas del Madrid histórico era encontrar más de una familia compartiendo estás pequeñas habitaciones.
Así vivía la gran mayoría de la población, la gente que ha levantado y construido nuestra ciudad, aquellos jornaleros, traperos, verduleros, obreros, limpiadores…
Ahora bien, esa segregación habitacional no sólo nos la podíamos encontrar en zonas de la ciudad, también dentro de los edificios más céntricos donde la familia adinerada o dueño del edificio solía ocupar una planta entera en el primer piso, mientras que los sótanos y los pisos superiores se destinaban a alquileres de personas prácticamente pobres. Pero… ¿por qué se organizaban así, si ahora todos mataríamos por un buen ático? Pues por un objeto súper cotidiano en nuestro día a día actual pero que por aquel entonces, aún no se había inventado ¡el ascensor! Por eso los pisos más codiciados eran aquellos en los que el inquilino no tenía que subir una gran cantidad de escaleras y que disponían de una buena iluminación, lo que descartaba por completo sótanos y buhardillas.
Mientras que las plantas destinadas a las gentes adineradas estaban equipadas con todos los servicios de los que podrían requerir, los espacios de las gentes humildes eran de escaso tamaño y apenas contaban con un colchón. No tenían ni cocina, la cual la tenían que compartir y se encontraba al final del oscuro pasillo. La otra opción que tenían era la de instalar uno o dos hornillos en su cuarto (con los peligros que eso incluía).
La disposición de estos edificios solía ser de unas cuatro plantas más la buhardilla. En el bajo nos encontrábamos una tienda, el primer piso, para las familias con dinerito y ya el sótano y buhardillas para la clase desfavorecida.
Esta disposición en edificios daba una morfología curiosa en las calles de Madrid, ya que en una misma calle vivían personas de distinto estrato social. Nos encontrábamos a gente de dinero, comerciantes, gente con ingresos estables y a la gente más humilde de la capital.
¿Te quedas con ganas de saber más sobre las viviendas del Madrid histórico? ¿te apetece recorrer prácticamente las mismas calles de aquel Madrid? Te queda la duda de ¿cómo vivía la nobleza? Pues no dudes en sumarte a nuestros los mejores free tour Madrid y no dejes de mirar nuestro blog, ya que iremos completando nuestra historia. ¡Te esperamos con los paraguas azules bien alto en la Plaza de la Puerta del Sol siempre preparadas para recorrer los secretos de nuestra bonita ciudad!